
Narrar los mundos que ya existen más allá del estado centrismo es urgente.
Andrea Ixchíu, es una mujer Maya K’iche nacida en Totonicapán en el altiplano de Guatemala. Es una periodista comunitaria, protectora de tierras, activista de derechos humanos, contadora de historias y del tiempo que hoy se encuentra en el exilio. Autoproclamada amante de la tecnología durante más de quince años se ha dedicado a procesos de comunicación comunitaria con el objetivo de proteger las vidas y territorios de los pueblos indígenas.
Andrea construye narrativas para el cambio sistémico desde una metodología de comunicación comunitaria que han nombrado Hackeo Cultural. “Para el pueblo Maya K’iche al que pertenezco las palabras e historias organizan y nos dan una forma de ver el mundo. Nuestras narrativas nos enseñan a ver el mundo como un conjunto de sistemas vivos e interconectados”, señala en su exposición realizada en el marco de la Conferencia Mundial por la Libertad de Prensa que tuvo lugar en Santiago de Chile entre los días 02 y 04 de mayo y en la que Corporación Humanas se hizo presente.
Nuestras historias son tan viejas como los bosques y como ellos son un cuerpo vivo, nos ayudan a dar sentido a la realidad cotidiana. ¿Qué significan nuestras historias en tiempos de colapso de los sistemas? Estamos en medio de una crisis profunda, caracterizada por desafíos ambientales y sociales sin precedentes. ¿Qué historias estamos contando sobre la crisis climática? ¿Quién cuenta esas historias?, relata Andrea.
Sostiene que las narrativas hegemónicas y el periodismo de clickbait que las reproduce siguen siendo herramientas históricas para el despojo de la imaginación colectiva. “El ejercicio de autocrítica y responsabilidad que los periodistas en tiempos de crisis sistémica debemos ejercer es crucial. Narrar los mundos que ya existen más allá del estado centrismo es urgente”.
Para Andrea Ixchíu las narrativas influyen en los valores que prioriza una cultura determinada y se pueden medir sus efectos según en los resultados sociales, políticos y ecológicos que produce cada sistema cultural. Por eso le resulta inevitable ver a estas alturas de la humanidad el impacto de la cultura capitalista y colonialista y el rol preponderante que juega en el desequilibrio de la red de la vida que ha dado como resultado la crisis climática mundial.
Los pueblos indígenas representan menos del 6% de la población mundial y administramos el 23% de los territorios terrestres, protegemos el 80% de la biodiversidad global restante del planeta. Somos los que menos hemos contribuido a las emisiones de gases de efecto invernadero y tenemos la huella ecológica más pequeña del planeta. Nuestra defensa y gobernanza de los territorios ha demostrado ser de las más efectivas para preservar la vida, pero sufrimos los peores impactos no sólo del cambio climático, sino también de las medidas de mitigación que está adoptando la comunidad global.
En tiempos de crisis climática, así como los pueblos reforestan y sanan con la tierra, quienes contamos historias necesitamos reforestar las mentes y corazones para reemplazar ese monocultivo occidental que el periodismo también ha reforzado, concluye Andrea Ixchíu.