El reconocimiento de los derechos civiles y políticos tuvo lugar en una sociedad con una concepción muy restringida de ciudadanía – hombres con propiedad, educados-, y que excluía a las mujeres y analfabetos. Los derechos civiles ponían límites a la intervención del Estado y, a su vez, los derechos políticos garantizaban la participación de una ciudadanía restringida en las decisiones de los estados nacionales. El reconocimiento de los derechos económicos y sociales fue producto de ofensivas democráticas impulsadas desde la ciudadanía, en particular por el movimiento obrero, para responsabilizar al Estado del bienestar social y de extender los derechos a grupos de personas excluidas de su ejercicio.