Se han cumplido 30 años de la Convención Interamericana para Prevenir, Sancionar y Erradicar la Violencia contra la Mujer, Convención de Belém do Pará. A su vez, este 2024 se celebran los 20 años del establecimiento del Mecanismo de Seguimiento de la Convención, el MESECVI, órgano que ha contribuido a los esfuerzos para la erradicación de la violencia de género en nuestras sociedades.
En el marco de la reunión conmemorativa y la IX Conferencia de Estados Parte del Mecanismo de Seguimiento de la Convención que se desarrollaron en Chile conversamos con María José Corvalán, periodista argentina e integrante de la Campaña Nacional por el Derecho al Aborto Legal y de la Articulación Regional de Organizaciones de la Sociedad Civil que estuvieron haciendo parte de los encuentros que se dan en un contexto de preocupantes retrocesos democráticos y de derechos para las mujeres.
Recientemente, en Argentina el Gobierno del presidente Javier Milei anunció la disolución de la Subsecretaría de Protección contra la Violencia de Género, el último organismo que quedaba del antiguo Ministerio de Mujeres, Género y Diversidades argumentando que ese ministerio “fue creado y utilizado por la administración anterior con fines políticos-partidarios, para propagar e imponer una agenda ideológica”.
¿Cómo reciben la noticia y cuál es el impacto para las organizaciones feministas y de la sociedad civil este retroceso en derechos para las mujeres cuando persisten niveles altísimos de violencia machista?
El impacto lo venimos sintiendo desde hace muchos años, porque las políticas públicas siempre son insuficientes, entonces la justicia no es del todo accesible. Las medidas de protección que otorgan a las mujeres en situación de violencia no alcanzan y se profundiza porque ahora no tenemos ni siquiera una puerta donde ir a golpear.
La línea 144 que brindaba atención telefónica especializada a mujeres víctimas de violencia de género durante las 24 horas, los 365 días del año también fue cerrada. Teníamos el programa Acompañar, dirigido a mujeres y personas del colectivo LGBTI+ en situación de violencia de género de todo el país y cuyo objetivo era fortalecer su independencia económica, permitía tener un medio salario que se cobraba durante seis meses mientras acomodan su vida, porque uno sabe que cuando se va de la casa del agresor con los hijes se va escapando y con lo puesto.
La falta de estos programas nos expone a un empobrecimiento brutal en el marco de una inflación del 300%, el aumento de una pobreza del 55%, el incremento de violencias que no se pueden denunciar porque no hay estructuras que respondan a eso. Nos ponen directamente en riesgo de supervivencia.
Por eso yo insisto en decir que todas las argentinas en este momento estamos en una situación de supervivencia y con riesgo de vida, porque si no nos matan en la represión policial, nos matan de hambre, quedamos en la calle porque los alquileres están desregulados, lo que significa que están liberados y que los propietarios pueden aumentar la divisa y cobrar en la moneda extranjera que quieran o directamente el desalojo. En estas condiciones las primeras afectadas son las mujeres en toda su diversidad y en todos los ciclos de vida. A esto se suman los discursos de odio fundamentalista que vienen justamente a golpear más a esos sectores más sufridos y excluidos como por ejemplo las mujeres trans.
¿Cómo se van a activar en cuanto se van limitando los derechos de las mujeres y las niñas, pero también de la ciudadanía que no está de acuerdo con estos retrocesos?
Nos sentimos muy amenazadas, hay muchas compañeras que tienen miedo y que están acorraladas por la situación que estamos viviendo en el país. Esto significa que no tienen tiempo de salir a activar por lo colectivo, porque están tratando de sobrevivir en sus casas, porque se quedaron sin trabajo, porque las echaron, porque echaron a alguien de su familia, porque esto nos afecta fuertemente en la salud integral. La crisis que estamos viviendo nos atraviesa el cuerpo, nos atraviesa mentalmente, nos atraviesa emocionalmente, el miedo desmoviliza, el miedo genera un sistema de opresión y de desarticulación de las activistas feministas y de las organizaciones sociales.
Creo que la construcción y la lucha es colectiva y regional, nosotras solas en Argentina no vamos a poder con nada, ustedes solas en Chile no van a poder con nada y así con cada uno de los países. Hay que venir a estos espacios de incidencia internacional, hacer los diálogos que haya que hacer y articularnos entre nosotras. La organización, aparte de territorial y barrial, también es entre vecinas, entre amigas, entre compañeras, hacer nuestras redes de supervivencia y cuidarnos.
Sobre el aniversario de la Convención Belém Do Pará
Hace tres décadas, su aprobación marcó un hito fundamental para la región y para el mundo: por primera vez se reconocía que la violencia contra las mujeres es una violación a sus derechos humanos, y se consagraba su derecho a vivir libres de toda forma de violencia.
Desde entonces, la Convención de Belém do Pará se ha convertido en el marco regional de referencia para abordar la violencia contra las mujeres. Su aprobación, sumada a la voluntad política de los 32 Estados de América Latina y el Caribe que la adoptaron, dieron un impulso sin precedentes al desarrollo de leyes integrales, a la formulación de políticas públicas y planes nacionales, y al establecimiento de estándares jurídicos que han significado mayor protección para las mujeres y niñas de la región.
Los conceptos innovadores de la Convención han sido una herramienta fundamental para los Estados, las organizaciones de la sociedad civil, el movimiento feminista, organizaciones de mujeres y los movimientos sociales, en sus esfuerzos para lograr avances en el reconocimiento y defensa de los derechos humanos de las mujeres.