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Desinformación y voto obligatorio. ¿Cómo Chile enfrenta los procesos electorales?

Claudio Abarca Sandoval (2)_
Desde el 2020 hemos tenido diez elecciones distintas e, incluso, se ha vuelto a instalar el voto obligatorio para los últimos dos procesos. Lamentablemente este continuo ejercicio de elección popular no ha venido acompañado de una formación cívica, lo que ha traído como consecuencia un voto desinformado, baja participación, alta cantidad de votos nulos o blancos, entre otros problemas. En este reportaje revisamos la importancia de la formación cívica para fortalecer estos procesos democráticos y permitir un voto consciente.  
El conocimiento es poder

Para participar de manera activa en la vida pública, es decir, en todo lo referente a la comunidad y la nación, es sumamente importante la formación cívica. Esta desarrolla competencias indispensables para que la ciudadanía pueda conocer de sus derechos y deberes y, por tanto, participar de manera consciente en los procesos electorales, un ejercicio primordial en la toma de decisiones colectivas.

Marcela Guillibrand, Coordinadora General de Ahora Nos Toca Participar (ANTP),  plataforma enfocada en la formación y la participación ciudadana inclusiva por una democracia más profunda, sostiene  que “en Chile existe un nivel moderado de formación en comparación con otros países”. Esto, debido a que cuenta con un marco legal que fomenta la participación ciudadana en la educación primaria: el Plan de Formación Ciudadana (ley 20.911) que busca “promover el conocimiento, comprensión y análisis del Estado de Derecho y de la institucionalidad local, regional y nacional, y la formación de virtudes cívicas en los estudiantes”. 

Agrega que la formación ciudadana implica desarrollar habilidades prácticas y actitudes que promuevan una participación responsable y comprometida. Esto incluye capacidades como el diálogo constructivo, el respeto a la diversidad, el pensamiento crítico y la capacidad de tomar decisiones informadas”. Entonces, la participación ciudadana se experimenta de manera interseccional, donde la familia, la comunidad y los medios de comunicación juegan un papel complementario y fundamental al sistema educativo, a la hora de poner en práctica la participación.

Ximena Orchard, directora del Departamento de Periodismo de la Universidad Alberto Hurtado, considera que la formación cívica “es una responsabilidad que deriva primero de los propios actores políticos, que tiene que ver con el sistema educacional y por cierto, que también tiene que ver con los medios de comunicación y los espacios de comunicación profesional”. 

La coordinadora de ANTP concuerda en que el Estado tiene un papel fundamental y enfatiza en que este debe “garantizar el acceso a información clara y objetiva sobre los procesos electorales y los derechos ciudadanos”. También menciona un punto importante, que es que “puede haber consecuencias si la ciudadanía no cuenta con acceso a información clara y oportuna, así como con medios que le permitan formarse un criterio frente a las posibilidades presentadas”. 

La ausencia de esta formación dificulta “la capacidad que tiene la sociedad civil para alcanzar transformaciones tangibles y comprometerse con procesos que son tan importantes como la redacción de una nueva Constitución”, enfatiza Orchard. En ese sentido, Ingrid Villena, abogada feminista y ex constituyente comenta que “lo más difícil que le tocó vivir fue explicarle a una persona que ha tenido carencias educativas por más de 30 años: ¿Qué era una Constitución? ¿Por qué era tan importante cambiarla? y ¿Qué era lo que estábamos votando?”.

Entonces, ¿cuál es la consecuencia del voto obligatorio sin la suficiente formación cívica? Desde Ahora Nos Toca Participar señalan que, “ante el avance de campañas de  desinformación o noticias falsas,  se toma la decisión del voto sin una comprensión clara de sus implicancias. Esto puede llevar a votar por opciones que no se ajustan necesariamente a sus intereses o valores, llegando incluso a debilitar la calidad de la democracia”. 

Como consecuencia, la falta de formación cívica puede dar paso a una ciudadanía  mayormente susceptible a la manipulación y/o demagogia por parte de políticos o grupos de interés, “sin un conocimiento sólido de los asuntos públicos y una capacidad crítica para evaluar la información, los votantes podríamos ser influenciados por discursos vacíos o promesas que no se puedan cumplir”,  concluye Marcela Guillibrand.

 

Procesos electorales

Entre el 2020 y el 2023 se han realizado diez elecciones para distintos cargos.

  • (2020) Plebiscito nacional (Nueva Constitución)
  • (2020) Primarias de gobernadores por unidades políticas
  • (2020) Primarias municipales por unidades políticas
  • (2021) Elecciones de gobernadores regionales de Chile
  • (2021) Elecciones municipales de Chile
  • (2021) Elecciones de convencionales constituyentes de Chile
  • (2021) Elecciones parlamentarias de Chile
  • (2021) Elección presidencial de Chile
  • (2022) Plebiscito constitucional de Chile 
  • (2023) Elecciones de consejeros constitucionales de Chile 

 

Esta serie de elecciones en un periodo acotado, con poca  información sobre qué se está votando aun cuando hay voto obligatorio, sin duda ha afectado el interés de la ciudadanía. “Hay un cansancio en general con el proceso”, releva la académica Ximena Orchard sobre el actual proceso constitucional.. 

 También existe responsabilidad de los medios de comunicación, en cuanto a una cobertura superficial de los procesos electorales, basado en discursos y polémicas políticas, lo que “genera agotamiento en la ciudadanía”, comenta Marcela Guillibrand. Lo que, sumado a “procesos electorales donde no se han cumplido las expectativas o los resultados no han generado cambios significativos”, aumenta el desencanto en la participación, “disminuyendo la motivación para participar en futuras elecciones y/o utilizar el voto nulo o en blanco como una herramienta para demostrar su descontento”.

Tener una nueva Constitución es algo que la ciudadanía  ha exigido hace años, siendo una de las principales demandas de los movimientos sociales. Esto se vio representado en la votación del plebiscito nacional del 25 de octubre del 2020, donde votaron más de la mitad de las personas inscritas en el padrón electoral (una de las mayores participaciones desde el retorno a la democracia). Con un 78,31% ganó la opción de cambiar la Constitución de 1980. 

Los datos de la encuesta del Laboratorio Constitucional de la Universidad Diego Portales, publicados en abril pasado, demuestran que el actual proceso se está desarrollando predominantemente con una mediana o baja legitimidad. Un 37,5%  indica que tiene mediana legitimidad, un 30,8% cree que es baja, y un 22,1% indica que el proceso tiene una alta legitimidad.

 

¿Cómo se explica que el proceso constituyente se esté desarrollando con baja legitimidad?

Desde el punto de vista procedimental ha sido legítimo, comenta Ximena Orchard,  académica de la Universidad Alberto Hurtado, “pero sí creo que ha sido un proceso claramente muy errático desde el punto de vista de los cambios que se han experimentado”. Mientras que para Marcela Guillibrand esta sensación recae en la baja percepción de representatividad.

Otro punto que destaca la experta en comunicación y política de la UAH, son las expectativas que la ciudadanía ha puesto en el proceso o las problemáticas que se esperan que el nuevo texto constitucional venga a solucionar. Es sabido, y así se vio en las franjas televisivas, que las y los consejeros electos enfocaron el contenido de sus campañas en la contingencia nacional, donde primaron los temas de seguridad, migración, inflación, gestión del gobierno, entre otras, en vez de enfocar su relato en el objetivo del proceso. De esta forma se desvió la atención y el propósito del Proceso Constitucional.

 

 

Desinformación o mala información

La desinformación es un término popular en el último tiempo y se refiere a la  entrega de información falsa, exagerada, adulterada e imprecisa. Todo esto con el motivo de desviar la atención o para obtener un resultado favorable a algún tipo de escenario.

Según una investigación realizada por Ciper, el Servicio Electoral (Servel) no cuenta con las herramientas y atribuciones necesarias para sancionar a quienes entreguen información falsa o que no sea completamente verdadera en las campañas electorales. Señalan también que 202 denuncias por supuesta información falsa entregada en las campañas tuvieron que ser archivadas. 

La académica y periodista Ximena Orchard menciona que efectivamente ha existido  desinformación en el actual proceso constitucional, y en comparación con el proceso anterior, advierte que : “hubo un espacio de desinformación mucho más evidente, de información manipulada o falsa, inclusive difundida con intenciones de engaño. No necesariamente afirmaciones falsas, pero sí exageradas, distorsionadas y eso efectivamente introduce ruidos en los procesos”.

 

Voto obligatorio

Entre el 2020 y 2023 la ciudadanía ha sido partícipe de 10 elecciones. En medio de este proceso se reincorporó el voto obligatorio en 2022, siendo el 4 de septiembre en la elección del Plebiscito Constitucional la primera vez que se aplicó,  mayor participación por parte de la ciudadanía.

Anteriormente se intentó acercar a la ciudadanía a los procesos electorales con la inscripción automática y el voto voluntario, pero esta medida no reflejó los resultados que se esperaban, que era aumentar la participación y la legitimidad en las y los representantes electos.

Debido a la falta de educación cívica, nos encontramos con votantes poco informados y reticentes a los procesos venideros. La obligatoriedad  al votante para cumplir con su deber, pero no siempre le insta a hacerlo de forma consciente. 

La sociedad chilena ha estado sumergida en un ambiente de desencanto hacia la política. Esto  se ha evidenciado en los resultados de las elecciones, las que han tenido una baja participación o, en el caso de la votación obligatoria, una amplia votación en nulo o blanco. 

Respecto a la reincorporación del voto obligatorio, Ingrid Villena menciona lo siguiente: “No hicieron lo más importante y relevante que era haber hecho educación cívica entre medio. Y esta educación cívica tampoco la están haciendo ahora y tampoco lo van a hacer a posterior. Eso me preocupa, porque al final la gente va a votar nuevamente de manera desinformada”.

 

Votos blancos o nulos

El desinterés tanto en los procesos eleccionarios como en la política en general ha formado un ambiente de poco compromiso con la búsqueda de candidatas/os. Según el sondeo realizado por CNTV, el 61% dijo haber estado “de acuerdo o muy de acuerdo” en que es relevante que la televisión emita la franja electoral. En relación a esto, el presidente del CNTV, Mauricio Muñoz, señaló lo siguiente: “Los resultados de esta encuesta confirman una vez más que la televisión sigue siendo un medio fundamental para informarse de cara a los procesos electorales y que la franja televisiva es un espacio valorado por la ciudadanía. Si bien una mayoría importante declaró tener poco interés en esta elección, un 32% señala que el espacio los motivó a ir a votar”. 

“Histórica cifra de votos nulos y blancos” fue titular en muchos de los medios posterior a las elecciones de Consejeros Constitucionales. 21,53% fue el porcentaje que alcanzaron los votos nulos y blancos, siendo la tercera mayoría electoral. 

La última encuesta realizada por CADEM sobre las elecciones del pasado 7 de mayo, arrojó que las y los ciudadanos que votaron blanco o nulo se basaron en las siguientes razones para su decisión: 

  • Porque ningún candidato lo representa: 39%
  • Por rechazo a la política, no le interesa: 26%
  • Porque el voto era obligatorio: 15%
  • Marcó más de una preferencia porque no tenía claro cómo votar: 13%
  • No sabe-No responde: 7%

Uno de los factores que explica el voto nulo es el que nos presenta Ingrid Villena, abogada y ex constituyente. “No estoy para conformarme con el mínimo y ya estoy cansada de votar por el mal menor hace muchos años”, afirma.

Otro  dato que dejó la encuesta CADEM es respecto a  la integración del Consejo Constitucional. Cuando se consultó a las y los encuestados si “el nuevo consejo constitucional representa adecuadamente la realidad del país”, un 54% estuvo en desacuerdo. Entonces, ¿por qué razón la ciudadanía vota por estos “representantes”?

Uno de los factores que pudo haber influido, para Ximena Orchard, es plantearse  qué es lo representa realmente este voto para la ciudadanía, “todo indica que las últimas votaciones han sido muy marcadas por la contingencia política, y han sido votos que más bien han representado, por ejemplo, señales de castigo o de desconfianza”. Como consecuencia la ciudadanía, en las elecciones de Consejeras/os Constitucionales, votó por representantes que centraron la atención en las necesidades inmediatas “por el momento político y no necesariamente orientado específicamente lo que se está votando”. 

Con esto concuerda Marcela Guillibrand de Ahora Nos Toca Participar, “podría explicarse por falta de información o sobre desinformación, así como focalización en la contingencia por parte principalmente de medios de comunicación masiva y sectores políticos que aprovechan este escenario”. 

 

Como la derecha supo aprovechar todos estos factores

Diversos fueron los factores o condicionantes que llevaron a la derecha y ultraderecha a obtener una gran mayoría en las elecciones del pasado mes de mayo, convirtiéndose, en su conjunto, en los 3⁄5 necesarios para la toma de decisiones en el Consejo Constitucional, el que parte sus labores el 7 de junio. Para ser más precisas, el porcentaje que obtuvo el Partido Republicano alcanzó un 35,4% y las otras candidaturas (Evópoli, Renovación Nacional, UDI) obtuvieron 21,7% de las votaciones.

Algunas de las razones que se pueden dilucidar sobre el triunfo de la derecha son las estrategias elaboradas, que apuntan directamente a molestias y necesidades inmediatas de la ciudadanía. 

Según el politólogo y académico de la Universidad de Chile Octavio Avendaño, el triunfo se basa en tres principales factores: “En primer lugar, por haber canalizado de manera efectiva el malestar generado por el proceso constituyente anterior. En segundo lugar, porque es el Partido Republicano quien ofrece una promesa de orden y estabilidad, en un contexto marcado por el incremento de la delincuencia, los efectos de la crisis migratoria, la contracción económica y el aumento de la inflación. En tercer lugar, una crítica frontal a la gestión del actual Gobierno”, escribió para el diario  El País.

En palabras de la ex constituyente Ingrid Villena, “lo más difícil y peligroso es que ellos (Republicanos) tienen más recursos que nosotros (independientes). Entonces la campaña les va a ser mucho más fácil, la van a empezar a instaurar, desde los comerciales hasta la publicidad que vemos en la calle, los diarios, televisión y radio”. 

Numerosos pueden ser los factores, condicionantes o antecedentes que le hayan proporcionado la victoria al sector de derecha y extrema derecha. La reflexión sobre el resultado ha sido amplia y profunda, ya que abarca no tan solo el momento político, sino también demuestra lo que “quiere” o “necesita” la ciudadanía. Pensar en lo ocurrido es profundamente necesario, ya que pese a que el 2019 hubo una revuelta política y social donde se buscaba hacer un cambio profundo, hoy en día nos encontramos ante un escenario preocupante por la avanzada fundamentalista en nuestro país. 

 

*Realizado por Yareta González y Yazmín Contreras, estudiantes en práctica de periodismo de la Universidad Alberto Hurtado.