Un concepto instalado en torno al proceso constituyente es su carácter histórico. Y es que por primera vez Chile ha escrito un texto constitucional de manera completamente democrática: redactar o no una nueva Constitución, el órgano a cargo de esta tarea y sus integrantes, fueron decisiones adoptadas por todas y todos mediante el voto.
Esto contrasta con los procesos constitucionales anteriores. Tanto la Constitución de 1980, como sus predecesoras, fueron escritas por órganos impuestos a la ciudadanía, integrados por personas que no fueron electas. Estos procesos se llevaron a cabo, además, con ausencia prácticamente absoluta de mujeres, dando como resultado Constituciones escritas por y para hombres.
El proceso rompió con esa lógica y logró la primera Convención Constitucional paritaria de Chile, y también del mundo, dando lugar a un texto que recoge en toda su extensión diversas demandas de los movimientos feministas y de mujeres. La responsabilidad que hoy tenemos de votar, y de hacerlo de manera informada, es tan histórica como el proceso mismo que estamos viviendo.